El enunciado del supuesto, nuestro mayor aliado.
Todos los ejercicios de tu oposición tienen su propia técnica para ser superados y como no, el supuesto práctico también.
Así que vamos a analizar brevemente cómo afrontar un supuesto… ¡¡¡VAMOS ALLÁ!!!
Tira el boli, es momento de leer, no de escribir. El enunciado es nuestro mayor aliado a la hora de resolver las cuestiones que nos plantea el supuesto, así que trátalo con cariño y ten muy claro que de él vas a obtener una información muy valiosa que, en parte, contiene la propia respuesta.
Léelo muy despacio, realizando una lectura comprensiva, teniendo en cuenta que cada palabra tiene un significado concreto y busca crearte una fotografía global de lo que nos plantea el enunciado.
Ahora si, coge el boli y vuelve a leer el enunciado escribiendo sobre él anotaciones en función de las palabras clave e información que te comunica el supuesto; este es el punto de partida que te va a permitir hilvanar las respuestas y sobre todo que pasado un determinado tiempo y ya metido en la dinámica del ejercicio, te proporcionará la información relevante teniéndola a mano y te ayudará a no desenfocarte.
No tengas la sensación de que has perdido el tiempo, todo lo contrario, has invertido un tiempo que te va a dar excelente rendimiento: piensa que el supuesto se tarda muy poco en resolver y bastante más en redactarlo y sobre todo motivar la respuesta.
Por ello, es fundamental tener muy claro, desde el punto de vista conceptual que situación nos describe el enunciado y respondernos a la siguiente cuestión: ¿Qué nos están contando?
Es algo tan evidente como partir de la situación que desarrolla el enunciado y dar respuesta concreta a la cuestión planteada, sobre la base de las premisas expuestas en el propio enunciado. Para ello se trata de identificar y encuadrar la situación planteada, sin que el envoltorio del propio supuesto desvirtúe el fondo. Es muy probable, que dentro de ese envoltorio te encuentres con información que te desconcierte, con terminología que tal vez no domines, pero no entres en pánico, en la mayoría de las ocasiones “eso” que no entiendes no suele ser decisivo para tu respuesta.
Olvídate del envoltorio y enfócate en la cuestión de fondo, en lo que realmente te están preguntando.
Recuerda, es tan simple como plantearse… ¿Qué me están contando?… ¿Qué me están preguntando?
